(Muy breve) Introducción a la moda sostenible
La industria de la moda es conocida como la segunda más contaminante del mundo, solamente por detrás de la industria del gas y petróleo.
Cada vez se compra ropa más impulsivamente debido a su bajo precio. Esto está consiguiendo que la moda se convierta en un artículo desechable, ya que cada vez ponemos menos veces la ropa que compramos y renovamos los armarios más a menudo. Tradicionalmente existían solamente dos temporadas (otoño/invierno y primavera/verano) pero ahora las grandes marcas realizan también múltiples semi-temporadas y se llegan a actualizar las prendas en tienda cada dos semanas. Por esto, el sector se ha ganado el nombre de fast fashion.
La velocidad de la industria conlleva una pérdida de calidad en los productos y una enorme presión para los proveedores para cumplir con los plazos de producción empeorando las condiciones laborales de una ya extensamente explotada cadena productiva.
Los impactos medioambientales de la producción de ropa comprenden desde el consumo de agua para el cultivo de algodón hasta las emisiones atmosféricas derivadas del transporte, pasando por la toxicidad de las sustancias empleados en el acabado de las prendas. Uno de los efectos menos conocidos de la ropa es la liberación de microplásticos durante el lavado de prendas sintéticas, que está teniendo un impacto significativo en la vida acuática debido a su pequeño tamaño.
El consumo impulsivo está generando cantidades inmanejables de prendas desechadas que acaban incineradas o depositadas en vertederos. Aunque cada vez son más los esfuerzos por recolectar y reciclar las prendas usadas, el mercado no es capaz de absorber tal cantidad de prendas y no hay tecnologías adecuadas par la recuperación de todos los materiales.
La slow fashion o moda sostenible es el extremo contrario de la industria, concebido como una moda para ser consumida lenta y conscientemente. Toma múltiples formas: desde la producción artesanal y local, el empleo de materiales naturales y/o reciclados hasta la reutilización de prendas de segunda mano. No hay una sola fórmula para conseguir que una prenda sea sostenible pero la intención es siempre una moda más ecológica y ética.
Aquí van (solo) tres ejemplos que representan enfoques muy distintos de la moda sostenible:
-El algodón es una fibra natural que tiene la ventaja de ser biodegradable pero consume enormes cantidades de agua y pesticidas. El algodón orgánico es la alternativa sostenible al algodón convencional, que evita el uso de pesticidas y consume menos agua.
-El poliéster es la fibra más utilizada en la industria téxtil. Es una fibra sintética derivada del petróleo por lo que, aunque es muy duradera, no es biodegradable. Puede provocar problemas cutáneos y libera microplásticos al ser lavado. Sin embargo, cada vez más marcas de moda deciden utilizar plásticos recogidos del mar para producir poliéster reciclado, que consume muchos menos recursos que el poliéster virgen.
-«La prenda más sostenible es la que ya existe». La reparación, reutilización, intercambio y venta de segunda mano son las alternativas más sostenibles del sector de la moda debido a que apenas consumen recursos y evitan que las prendas se conviertan en residuos.
El mundo de la moda sostenible es muy diverso y, si no estáis familiarizados con el tema, recomiendo el documental «The True Cost» (disponible en Netflix), que cubre aspectos medioambientales y sociales para dar a conocer el valor real de nuestra ropa.
Es hora de preguntarnos: ¿quién, dónde y cómo se hizo mi ropa?
P.D.: Una de mis citas favoritas sobre moda sostenible…
«I’m sure that we will see a significant change over the next ten years. Whether it’s in time or not is another question» – Safia Minney, en «The True Cost»