Etiquetas ecológicas y certificaciones de sostenibilidad

Las etiquetas ecológicas y las certificaciones de sostenibilidad son mecanismos que sirven para identificar a aquéllas empresas, proyectos y productos que cumplen unos requisitos ecológicos o sostenibles concretos. Por lo tanto, para un consumidor, deberían facilitar la toma de decisiones de compra, evitando que recaiga sobre el consumidor la tarea de investigar y hacerse preguntas sobre un producto o servicio bajo criterios de sostenibilidad. Sin embargo, ¿son realmente efectivos o veraces estos sistemas de clasificación? Ante la gran variedad de ecoetiquetas y certificaciones disponibles, un consumidor no puede evitar preguntarse cuáles son las mejores o de cuáles puede fiarse.

Realmente, la cantidad de etiquetas ecológicas y certificaciones distintas hace que sea complicado conocerlas todas con detalle. A continuación, se presentan algunas de las más comunes para distintos sectores:

Ecolabel
Logo de la EU Ecolabel.
Fuente: ecolabel.eu

La etiqueta europea Ecolabel es, probablemente, una de las más conocidas en productos de consumo. Se considera que los requisitos exigibles para conseguir esta etiqueta son de los más estrictos, ya que son establecidos por un grupo de expertos que incluye desde agentes industriales hasta consumidores y tiene en cuenta los impactos ambientales de todo el ciclo de vida para llevar a cabo la evaluación. También, debido a la variedad de productos cubiertos por esta ecoetiqueta, los criterios se dividen según categorías de productos, permitiendo que sean distintos y especializados para cada categoría (por ejemplo, los productos de limpieza no se regirán por los mismos criterios que un aparato electrónico). Todo esto hace que la EU Ecolabel se pueda considerar muy fiable.

En el ámbito de la moda son muy comunes las etiquetas ecológicas y la gran variedad de ellas puede producir confusión. Así mismo, se pueden encontrar etiquetas basadas tanto en materias primas como en procesos productivos o condiciones sociales y laborales. Por ejemplo, se puede destacar la certificación GOTS para fibras orgánicas, OEKO-TEX para ausencia de sustancias nocivas o Fair Wear para condiciones laborales justas. Por otra parte, las grandes empresas textiles también crean sus propias etiquetas para identificar sus productos más ecológicos, según estándares propios, que son normalmente las que más desconfianza pueden producir, ya que no dependen de entidades de certificación externas.

El logotipo ecológico de la UE
Etiqueta de agricultura ecológica de la UE. Fuente: ec.europa.eu

También en la alimentación son comunes las certificaciones. Por ejemplo, las etiquetas de agricultura ecológica de la UE o las regionales o autonómicas, como la del CRAEGA, en el caso de Galicia. En este caso, ambas etiquetas indican que el producto cumple con las bases de la agricultura ecológica, entonces, el aspecto más distintivo y útil para un consumidor, cuando se encuentre las dos etiquetas en un mismo producto, será la fácil identificación de la procedencia.

Yogur ecológico con el sello de agricultura ecológica de la UE y del CRAEGA. Fuente: casagrandedexanceda.com

Así mismo, existen certificaciones de sostenibilidad para empresas o entidades, como la certificación B-Corp, que identifica a empresas cuyo modelo de negocio equipara los aspectos sociales y/o ambientales con los económicos, de forma que pretenden crear impacto positivo además de beneficio económico.

En vistas a la gran cantidad y variedad de certificaciones y ecoetiquetas que existen, no es esperable que el consumidor pueda conocerlas todas así como los criterios asociados a cada una. Sin embargo, aún sin conocer los criterios específicos de cada certificación, son una ayuda a la hora de comprar ya que facilitan la elección de productos sostenibles frente a los que no lo son.

Surge mayor problema a la hora de elegir entre dos productos ecológicos o sostenibles, ambos certificados pero bajo criterios distintos. Creo que este es un dilema que se plantean muchos consumidores (sobre todo los más avanzados en temas de sostenibilidad) y que no tiene fácil respuesta.

Personalmente, creo que lo mejor es tener claro cuáles son los aspectos sostenibles que más nos importan como consumidores y estar informados sobre las certificaciones que representan estos valores. Hay que recordar siempre que no existe un producto 100 % sostenible por lo que tampoco existirá una decisión de compra perfecta. Por poner un ejemplo, se puede encontrar que los productos veganos contengan derivados del petróleo, por lo tanto, un consumidor que no quiere utilizar productos animales elegirá este producto vegano, mientras que un consumidor que rechaza los derivados del petróleo elegirá otro.

En conclusión, opino que las etiquetas ecológicas son apropiadas a la hora de diferenciar los productos más sostenibles del mercado y creo que pueden ser aún más útiles cuando se tienen en cuenta los valores personales que conducen nuestras decisiones de compra. También, es importante saber diferenciar las etiquetas más comunes y fiables de aquéllas etiquetas internas de las grandes compañías que se pueden considerar menos fiables por no depender de sistemas de certificación externos.

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