¿Cómo podemos crear un modelo de movilidad alternativa y sostenible?
¿Cómo podríamos crear un cambio de hábitos de movilidad para hacerlos más respetuosos con el medio ambiente y la calidad del aire? No hablo solamente de cambiar los medios de transporte para crear una movilidad más sostenible, sino de modificar los hábitos, lo cual podría ser una medida mucho más fácil, barata y rápida de implementar.
El problema principal de la movilidad es que los medios de transporte más comunes son los de motor de combustión e individuales, es decir, significativamente contaminantes. Por otro lado, los medios de transporte minoritarios carecen de legislación y, en ocasiones, están mal vistos (por ejemplo, a algunos peatones no les gusta compartir aceras con monopatines al igual que a los conductores pueden molestarles las bicis en la carretera).
Personalmente, creo que en una sociedad de personas diversas necesitamos medios de transporte igualmente diversos y creo que podría conseguirse un modelo de movilidad más sostenible mejorando la información y legislación sobre medios de transporte alternativos. Necesitamos saber en qué, cómo y por dónde podemos transportarnos con seguridad. Por ejemplo, en el último año surgieron muchos problemas en este sentido en torno al patinete eléctrico. ¿Por la acera? ¿Por la carretera? ¿Y si hay carril bici? ¿Con casco? ¿Con limitación de velocidad?
Por supuesto, no es fácil elaborar legislación concreta sobre cada forma, modalidad o medio de transporte. Sin embargo, se están desarrollando otras medidas de movilidad más costosas, complicadas y con un elevado consumo de recursos. Por ejemplo, se está invirtiendo en la creación de redes de estaciones de carga para vehículos eléctricos o en la construcción de carreteras periféricas para desviar el tráfico de la ciudad. Además, este tipo de soluciones sólo llevan la contaminación lejos de los entornos urbanos pero no la eliminan (un coche eléctrico sólo está libre de emisiones si se utiliza electricidad no proveniente de combustibles fósiles que se están quemando en otro lugar).
Parece que, en general, las medidas de mejora de la movilidad se están centrando en los medios de transporte colectivos como autobuses y trenes, plataformas colaborativas para compartir coche o limitar las emisiones de los coches, entre otras medidas.
Desde mi punto de vista, se puede poner más atención con respecto a la movilidad alternativa como: promover el uso de la bicicleta y otros medios de transporte
alternativos (como el patinete, monopatín, patines, etc.) o volver a lo más básico, es decir, caminar.
Curiosamente, el impacto del COVID-19 en las ciudades ya está poniendo el foco en estas últimas medidas, ya que se tratan de formas de movilidad individuales, por lo que reducen la probabilidad de contagios. Así mismo, además de contribuir a paliar la crisis sanitaria, igualmente contribuyen a combatir la crisis climática al tratarse de formas de transporte totalmente (o casi) libres de emisiones. Barcelona es una de las ciudades españolas que más fuertemente está apostando por esta solución, aunque ya iban por el buen camino antes de la aparición del virus, como se puede ver en el Ranking de Movilidad Urbana de Greenpeace. (Una curiosidad para los compostelanos: Santiago de Compostela ocupa el penúltimo puesto de este ranking ya que presenta un bajo uso del transporte público frente al coche, aunque destaca el elevadísimo porcentaje de movilidad a pie, alcanzando un 45% en 2011.)
En definitiva, creo que las medidas más acertadas, por su bajo coste, efectividad en reducción de emisiones, rapidez de aplicación y también lucha contra el COVID-19 son las que ayuden a crear un entorno urbano que facilite la diversidad en los medios de transporte.